viernes, 8 de agosto de 2014

Una mirada a la historia del desagüe de los lagos de la Cuenca de México



       Una mirada a la historia del desagüe de los lagos de la Cuenca de México

 Introducción:
Este análisis tiene como objetivo central describir la historia del desagüe de los lagos de la Cuenca de México (Xaltocan, Xochimilco, México, Chalco, Texcoco, Zumpango y San Cristobal) desde la época prehispánica hasta el siglo XX. Para demostrar esto, se destacarán de manera sintetizada las obras de desagüe e hidráulicas que se efectuaron en cada un de los periodos históricos que contemplamos, es decir, desde 1400 hasta 1910.
Asimismo, dentro de cada uno de los periodos históricos señalados anteriormente se explicará la influencia que tuvieron dichos lagos en el desarrollo económico y social en la urbe de lo que hoy conocemos como la Ciudad de México. Para esto será necesario describir su planeación y diseño, los cuales dieron origen a nuestro actual sistema de aguas.
De acuerdo a lo que se dijo anteriormente, en este ensayo se revisarán las diversas fuentes históricas, arqueológicas y antropológicas de los siglos XVI-XX para darle validez y sustento a nuestro análisis, cuya finalidad es destacar cómo se transformaron los lagos, a partir de su desagüe hasta el aprovechamiento de sus aguas en la segunda década del siglo XX, es decir, en los tiempos de Porfirio Díaz. Partiendo de este razonamiento, hay que decir que el proceso de desagüe modificó las antiguas actividades productivas de la región a lo largo de la historia como se verá más adelante.
Por último, se debe hacer hincapié en que otra de las particularidades de este ensayo es historiar con un enfoque científico la evolución de los métodos empleados para el desagüe de los lagos de la Cuenca de México, considerando los avances en la ingeniería y en la arquitectura de los periodos históricos antes referidos.







                                                                                            

Desarrollo:
Historiografía prehispánica sobre el desagüe del Lago de México (1325-1521)
Comencemos diciendo que en la época prehispánica muchas poblaciones se asentaron en las riberas de los lagos de la Cuenca de México, pues fueron una fuente importante de alimento y un medio de comunicación primordial. Por consiguiente, no es de extrañar que los mexicas hayan fundado la gran Tenochtitlan en esta región en el año de 1325, lugar rodeado de una gran diversidad de recursos naturales. Esto le permitió a los mexicas desarrollar nuevas técnicas en las principales actividades productivas: agricultura, pesca y caza, para el aprovechamiento eficiente de los recursos que ofrecían los lagos. Tal es el caso de las chinampas, también conocidas como “jardines flotantes”, las cuales se siguen utilizando en la actualidad, para el cultivo de una gran variedad de productos agrícolas durante todas las estaciones del año, gracias a que las raíces de los vegetales crecen desde el agua. Además hay que decir que las chinampas fueron fundamentales para ampliar el territorio en la superficie de los lagos de México en la época prehispánica. Desde nuestro punto de vista, las chinampas fueron un gran avance en las técnicas agrícolas en la época prehispánica. No se ha demostrado en ningún otro lugar del mundo el uso de algo similar a las chinampas. Por otro lado, se debe resaltar la importancia que tuvo la pesca como una de las principales actividades productivas que se desarrollaron en el México prehispánico. Las crónicas de la época colonial han demostrado que en los lagos de la Cuenca de México existía una gran variedad de fauna marina en aquel entonces, la cual fue una fuente importante de alimento. De hecho, Sahagún señala que existían animales comestibles como “todos los patos del agua se llaman canauhtli; vienen de las partes de occidente a esta laguna de México. Éstas y todas las demás que son de agua, están ya puestas atrás.” Y también destaca que “los peces de esta tierra son semejantes a los de Castilla (y) llámense michin; son semejantes en la cola, que la tienen hendida u horcajada, y también en las alillas y en las escamas, y en tener el cuerpo ancho y el cuello grueso, y en ser ligeros, y en que se deslizan de las manos.”[1] Referente a la cita anterior, no mencionamos todas las especies de peces que existían en los lagos de México, según la Historia general de las cosas de Nueva España; sin embargo, se debe apuntar que por desgracia, la mayoría de la fauna marina existente en la época prehispánica se ha extinguido, debido al desagüe del lago durante la época colonial y la contaminación de sus aguas.
Pero no sólo los lagos de la Cuenca de México fueron una fuente alimenticia para los mexicas, sino además se realizaron diques, canales y acueductos, con la finalidad de facilitar la comunicación entre las diferentes poblaciones asentadas en las riberas de dichos lagos. Se debe enfatizar que las comunicaciones fueron de suma importancia para los comerciantes (pochtecas) e influyeron de manera positiva en el desarrollo económico de la Triple Alianza (excan tlatoloyan). Dentro de las obras que se construyeron entre 1400 y 1521 hay que destacar la construcción del acueducto que llevaba agua de Coyoacán hasta Tenochtitlan y la construcción de diques, debido a la desastrosa inundación que asedió a la ciudad en 1503. Dichas obras fueron encabezadas por el tlatoani Ahuízotl, hermano de Axayácatl y Tizoc.[2] Como dato interesante y según las fuentes históricas que se han revisado, consideramos oportuno destacar que por desgracia, el acueducto de Coyoacán a Tenochtitlan no fue terminado debido al accidente que tuvo Ahuízotl en la construcción de dicha obra, que provocó su muerte en ese mismo año.
Por otro lado, también se construyeron calzadas que cruzaban el lago en dirección de norte-sur. Hay que resaltar la obra de Nezahualcóyotl, quien mandó construir una albarrada para dividir el Lago de México y el Lago de Texcoco en el año de 1449. Él mismo dirigió la construcción del acueducto de Chapultepec en 1466.[3] Con estos argumentos se pretende demostrar los avances tecnológicos en cuanto a las obras hidráulicas en la época prehispánica. Desde nuestro punto de vista, hay que decir que se ha subestimado el potencial intelectual que tenían los antiguos mexicanos. Sin embargo, con lo que se ha venido demostrando, nos damos cuenta que no se debe emitir un juicio de valor, sin revisar las fuentes históricas que se refieren a los avances en la ciencia que desarrollaron las culturas prehispánicas a través de la historia.








Historiografía novohispana sobre el desagüe el Lago de México (1521-1821)

Las fuentes históricas han demostrado la gran necesidad que tenía el régimen colonial por desaguar el lago de México desde la conquista de México-Tenochtitlan en 1521; debido a la gran cantidad migraciones a la Ciudad de México, por ser la cuidad más importante del virreinato de Nueva España. Dichas migraciones provocaron un crecimiento desmedido de la población y en consecuencia, también el crecimiento de la ciudad en muy poco tiempo.
Por lo tanto, se debe resaltar que en esta época se realizaron nuevas obras de desagüe de los lagos, como la primera medida para la planificación urbana de la Ciudad México y sus alrededores. Se debe subrayar que estas obras de desagüe tuvieron varias etapas y no fueron realizadas de un día para otro como se demostrará en este trabajo.
Así pues, se debe destacar que muchas obras hidráulicas de la época prehispánica se conservaron, pues fueron medios de comunicación y fungieron como sistemas de drenaje durante la época colonial.  
Fue a principios del siglo XVII, cuando comenzaron a efectuarse las primeras obras de desagüe en los lagos de la Cuenca de México, bajo la dirección del virrey don Luis de Velasco en el año de 1607. Éste encomendó dicha tarea al alemán hispanizado, Enrico Martínez, debido a la gran inundación que asedió a la Ciudad de México en el mismo año.[4] Este proyecto consistía en desaguar el lago de Zumpango, con el objetivo de ir desaguando poco a poco el Lago de México. Recuérdese el gran temor que existía que se inundara la ciudad como ocurrió en 1607, como se explicará posteriormente, según el relato de Enrico Martínez.
En este mismo año comenzaron arquitectos e ingenieros a realizar esta obra, en la que participaron más de 470, 000 indios. Nunca se había realizado una obra de tal magnitud en aquella época. Conforme a los relatos de Enrico Martínez, éste destaca que:
Cuando esta obra se comenzó se encaminó a dos fines : el primero y principal para quitar de la laguna de México el agua que fuese necesaria para asegurar la ciudad de la inundación que se teme: el segundo que, si por falta de tiempo de fuerzas o por algún impedimento que debajo de la tierra se ofreciese, no se pudiese luego conseguir el referido primer intento, se acomodase la obra de suerte que por lo menos pudiese desaguar por ella la laguna de Zumpango.[5]
Por desgracia, el proyecto de desagüe de Enrico Martínez no se llevó cabo con eficiencia y fue criticado por los demás arquitectos e incluso por el virrey don Luis de Velasco. Desde nuestro punto de vista, considero que el proyecto de Enrico Martínez fue un buen comienzo en lo que se refiere al desagüe de los lagos de México. Tan es así, que dos siglos después, dicha obra fue admirada por Humboldt en su visita a México y destaca que: “Un paso o camino subterráneo que sirve de canal de desagüe, acabado en menos de un año, de 6,600 metros de largo, con un claro de diez y medio metros cuadrados de perfil, es una obra hidráulica tal, que en nuestros días y en Europa llamaría la atención a los ingenieros.”[6] Este argumento de Humboldt demuestra los grandes avances que se habían desarrollado en las obras hidráulicas desde el siglo XVII.
 No obstante, continuaron las obras del desagüe del Lago de México en la época colonial, pues la Ciudad de México debía ser reedificada después de la inundaciones, las cuales provocaron varios desastres en la metrópoli. Pese a las obras de desagüe que se efectuaron a principios del siglo XVII, el nivel del agua de los lagos no disminuyó. De hecho, en 1629 se inundó la Ciudad de México y en consecuencia, murieron centenares de personas y además, se vieron colapsadas una gran cantidad de chozas, jacales y casuchas.[7]
A decir verdad, los virreyes sucesores, ante estos eventos drásticos que enfrentaba la Ciudad de México se vieron forzados a contratar ingenieros destacados, quienes podían resolver los problemas referentes al desagüe de los lagos. Para efectuar este trabajo, se designó al arquitecto Juan Gómez de Trasmonte, quien además colaboró en la construcción de la catedral de México y había estado involucrado en anteriores obras de desagüe. Este prominente arquitecto elaboró un mapa que describía las características de la Ciudad de México de manera bastante precisa. En su propuesta alegaba que se debían construir acueductos que abastecieran a la ciudad de México de agua potable.[8]
Desafortunadamente, Gómez Trasmonte murió en 1647, por lo que no destacaron las obras de desagüe en México como se hubiera pensado, ya que los gastos de éstas quedarían en manos del virrey y no de la Corona, según la real cédula de 1631.
En consecuencia, la historia señala que existió un periodo de casi ciento cincuenta años, en los cuales no se construyeron obras tan importantes como la de Enrico Martínez y Gómez Trasmonte, quienes tuvieron un gran desempeño en los primeros de trabajos de desagüe en la Ciudad de México durante el siglo XVII. Fue hasta las últimas cuatro décadas del siglo XVIII cuando se realizaron obras de desagüe en la Cuenca de México. En este sentido, nos referimos a la construcción de un canal regulador, que logró nivelar las aguas del Lago de Texcoco. Dicha obra fue sugerida por José Antonio Alzate en 1769.[9]
Asimismo, la obra incompleta de Enrico Martínez fue reconsiderada en 1789, por lo que se “amplió la salida de Nochistongo a tajo abierto y con más profundidad, y posteriormente se emprendieron otras obras más ambiciosas.”[10] Sin embargo, durante la última mitad del siglo XVIII los Borbones tuvieron otros propósitos de mayor importancia como la secularización de la Iglesia, la expulsión de los jesuitas en 1767 y la sofocación de las rebeliones de insurrección, que comenzaron a partir de las últimas dos décadas del siglo XVIII hasta 1821.
Referente a este periodo histórico, no pretendemos negar que entre 1629 y 1769 no hayan existido obras hidráulicas en los lagos del Valle de México, sólo consideramos mencionar las de mayor relevancia. La historia demuestra que durante el periodo colonial también se construyeron diques, puentes y acueductos en los lagos de México como medios de comunicación entre las distintas poblaciones del Valle de México.

Historiografía sobre el desagüe del Lago de México en la época del México independiente (1821-1880)
Los intentos por desaguar el Lago de México durante las primeras décadas del siglo XIX fracasaron indiscutiblemente. La guerra de independencia afectó las finanzas del país, debido al retiro de capital por parte de los empresarios extranjeros y los gastos exorbitantes efectuados en dicha guerra. Por estas razones, los intereses del nuevo gobierno republicano estuvieron concentrados en otros asuntos y no en el desagüe de los lagos.
Fue hasta 1856 cuando surgió la preocupación por construir obras hidráulicas y maquinaria innovadora para desaguar los lagos de la Cuenca de México. Si bien es cierto, gracias a las Leyes de Reforma promulgadas por el gobierno juarista, el proyecto de Francisco de Garay fue aprobado en 1857. Dicho proyecto consistía en construir un canal de 50 km desde San Lázaro hasta el oriente de la Ciudad de México, atravesando los lagos de Texcoco, Zumpango y San Cristóbal. [11] Por desgracia, dicho proyecto no se llevó a cabo, y fue hasta las últimas tres décadas del siglo XIX, es decir, durante el gobierno de Porfirio Díaz cuando finalmente se ejecutó esta obra, dirigida por Francisco de Garay y Tito Rosas, quien en 1870 llevó a cabo la construcción de la obra de desagüe conocida como el “Túnel Viejo”.

El desagüe del Lago de México durante la “pax porfiriana” (1880-1910)

No cabe duda que la historia ha demostrado que durante el gobierno de Porfirio Díaz el país experimentó un gran progreso en la industria, en la economía y en los avances científicos. Vale la pena destacar lo que opinaba la ciudadanía mexicana del dictador en aquella época:
Estudiando atentamente la historia de la República durante los últimos años, se adquiere el convencimiento de que la reelección del actual Presidente no es obra de los círculos que lo postulan, ni de sus amigos, ni de sus partidarios: al general Díaz le reelegían sus hechos que se han fijado sólidamente en la conciencia de todos los grupos nacionales.[12]  
Partiendo de lo que se mencionó en esta cita, no olvidemos las redes ferrocarrileras construidas en aquel entonces, las cuales se extendieron por todo el país; la construcción del Paseo de la Reforma; la construcción del Ángel de la Independencia, la construcción de escuelas; la creación de nuevas empresas y la prominente industrialización de México. En lo que se refiere al Lago de México, consideramos pertinente explicar detalladamente la importancia y las características que tuvieron las obras de desagüe dirigidas por el general Díaz.
Como se dijo más arriba, el proyecto de Francisco de Garay fue considerado por Díaz, cuya obra inició desde 1870. Tal proyecto consistía en construir un canal de más de 47 km desde San Lázaro hasta el oriente de la ciudad. La construcción de este canal concluyó en el año de 1900.[13]
Además, se construyeron una gran cantidad de túneles y acueductos, pues se requería una nueva planificación urbana, debido a las al hundimiento la ciudad. Así pues, los sistemas de cimentación de los edificios en la Ciudad de México evolucionaron para darles una mayor estabilidad. Esto lo explicamos señalando que los constructores emplearon viguetas de acero forradas con cemento en los edificios. Tales obras muestran el avance tecnológico en las construcciones durante el porfirismo.
Por otra parte, hay que destacar los sistemas de drenaje que se construyeron durante la primera década del siglo XX. En 1910 se inauguró un túnel y la prolongación del Gran Canal del Desagüe de México. Esta obra fue presidida por los secretarios de Relaciones y Comunicaciones.[14] El gran desempeño que tuvieron las obras hidráulicas durante el gobierno de Porfirio Díaz fueron fundamentales para desaguar los lagos del Valle de México, así como también para construir nuevos drenajes, los cuales fueron fundamentales para la nueva planeación de la Ciudad de México a principios del siglo XX. Desde nuestra perspectiva, consideramos que dichas obras hidráulicas realizadas durante el porfiriato fueron las más destacadas y siguen siendo funcionales en la actualidad; a pesar de los graves problemas que sufre la Ciudad de México en cuanto a inundaciones y escases de agua por el crecimiento desmedido de la población. Nos parece importante decir que existen claro oscuros sobre el gobierno de Porfirio Díaz, sin embargo, se debe resaltar el gran desarrollo de la infraestructura que se vivió en México en las últimas tres décadas del siglo XIX y la primera del XX.

Consideraciones finales:
Este ensayo tuvo como finalidad revisar gran parte de la historiografía sobre el desagüe de México desde la época prehispánica hasta la primera década del siglo XX. Consideramos que la historiografía del desagüe de México es muy extensa, por lo que en este trabajo sólo se destacaron los puntos más relevantes. Sin embargo, a lo largo del siglo XX también se efectuaron un gran número de trabajos referentes al desagüe de los lagos, los cuales sería oportuno considerar en el futuro.
En la actualidad se conserva una parte del Lago de Xochimilco, el cual tristemente ha sido contaminado por el hombre. Por lo tanto, se debe crear conciencia ambiental para preservar estos lagos. En este sentido, también se pretende convocar a la ciudadanía a informarse sobre la historiografía de los lagos de México, con la finalidad de darle una mayor importancia a éstos y entender cómo se fue reedificando la Ciudad de México a lo largo de la historia.

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Bibliografía general:

Los lagos del Valle de México, Arqueología Mexicana, México, RAÍCES, número 68, julio-agosto 2004.

C. Vaillant, George, La civilización azteca, México, FCE, 2003.

Casasola, Gustavo, 6 Siglos de historia gráfica de México 1325- 1976, tomo V, 1978.

Chanfón Olmos, Carlos y Ramón Vargas Salguero [coords.], Historia de la arquitectura y el urbanismo mexicanos, México, UNAM/FCE, 1998.

De la Maza, Francisco, Enrico Martínez y el desagüe del Valle de México, Enrico Martínez; Cosmógrafo e impresor de Nueva España, México, UNAM, 1991.

Ezcurra, Exequiel, De las chinampas a la megalópolis, México, FCE, 2003.

Gurría, La Croix, El desagüe del Lago de México, México, UNAM, 1978.

Roeder, Ralph, Hacia el México moderno: Porfirio Díaz, vol. II, México, FCE, 1992.

Sahagún, Fray Bernardino de, Historia general de las cosas de Nueva España, México, Porrúa “Sepan Cuantos”, 2006.




[1] Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, México, Porrúa “Sepan Cuantos”, 2006, p. 624.
[2] George C. Vaillant, La civilización azteca, México, FCE, 2003, p. 91.
[3] Margarita Carballal y María Flores Hernández, “Elementos hidráulicos en el lago de México-Texcoco en el Posclásico”, en: Arqueología Mexicana, México, Edición 68,  julio-agosto 2004, p. 29.

[4] Francisco de la Maza, Enrico Martínez y el desagüe del Valle de México, Enrico Martínez; Cosmógrafo e impresor de Nueva España, UNAM, 1991, pp. 108-111.
[5] La Croix Gurría, El desagüe del Lago de México, México, UNAM, 1978, p. 86.
[6] De la Maza, op. cit., p. 116.
[7] Bernardo García Martínez, “La gran inundación de 1629”, en: Arqueología Mexicana, México, Número 68,  julio-agosto 2004, p. 53.
[8] Idem.
[9] Exequiel Ezcurra, De las chinampas a la megalópolis, México, FCE, 2003, p. 43.
[10] Bernardo García Martínez, “La gran inundación de 1629”, en: Arqueología Mexicana, México, Número 68,  julio-agosto 2004, p. 57.
[11] Carlos Chanfón Olmos y Ramón Vargas Salguero [coords.], Historia de la arquitectura y el urbanismo mexicanos, México, UNAM/FCE, 1998, p. 116.

[12] Ralph Roeder, Hacia el México moderno: Porfirio Díaz, vol. II, México, FCE, 1992, p. 129.
[13] Ibid., p. 128.
[14] Gustavo, Casasola, 6 Siglos de historia gráfica de México 1325- 1976, tomo V, 1978, p. 1512.

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