Una mirada a
la historia del desagüe de los lagos de la Cuenca de México
Introducción:
Este análisis tiene como objetivo central
describir la historia del desagüe de los lagos de la Cuenca de México
(Xaltocan, Xochimilco, México, Chalco, Texcoco, Zumpango y San Cristobal) desde
la época prehispánica hasta el siglo XX. Para demostrar esto, se destacarán de
manera sintetizada las obras de desagüe e hidráulicas que se efectuaron en cada
un de los periodos históricos que contemplamos, es decir, desde 1400 hasta 1910.
Asimismo, dentro de cada uno de los
periodos históricos señalados anteriormente se explicará la influencia que
tuvieron dichos lagos en el desarrollo económico y social en la urbe de lo que
hoy conocemos como la Ciudad de México. Para esto será necesario describir su
planeación y diseño, los cuales dieron origen a nuestro actual sistema de
aguas.
De acuerdo a lo que se dijo
anteriormente, en este ensayo se revisarán las diversas fuentes históricas,
arqueológicas y antropológicas de los siglos XVI-XX para darle validez y
sustento a nuestro análisis, cuya finalidad es destacar cómo se transformaron
los lagos, a partir de su desagüe hasta el aprovechamiento de sus aguas en la
segunda década del siglo XX, es decir, en los tiempos de Porfirio Díaz. Partiendo
de este razonamiento, hay que decir que el proceso de desagüe modificó las
antiguas actividades productivas de la región a lo largo de la historia como se
verá más adelante.
Por último, se debe hacer hincapié en que
otra de las particularidades de este ensayo es historiar con un enfoque
científico la evolución de los métodos empleados para el desagüe de los lagos
de la Cuenca de México, considerando los avances en la ingeniería y en la
arquitectura de los periodos históricos antes referidos.
Desarrollo:
Historiografía
prehispánica sobre el desagüe del Lago de México (1325-1521)
Comencemos diciendo que en la época
prehispánica muchas poblaciones se asentaron en las riberas de los lagos de la
Cuenca de México, pues fueron una fuente importante de alimento y un medio de comunicación
primordial. Por consiguiente, no es de extrañar que los mexicas hayan fundado la
gran Tenochtitlan en esta región en el año de 1325, lugar rodeado de una gran
diversidad de recursos naturales. Esto le permitió a los mexicas desarrollar nuevas
técnicas en las principales actividades productivas: agricultura, pesca y caza,
para el aprovechamiento eficiente de los recursos que ofrecían los lagos. Tal
es el caso de las chinampas, también conocidas como “jardines flotantes”, las
cuales se siguen utilizando en la actualidad, para el cultivo de una gran
variedad de productos agrícolas durante todas las estaciones del año, gracias a
que las raíces de los vegetales crecen desde el agua. Además hay que decir que las
chinampas fueron fundamentales para ampliar el territorio en la superficie de
los lagos de México en la época prehispánica. Desde nuestro punto de vista, las
chinampas fueron un gran avance en las técnicas agrícolas en la época prehispánica.
No se ha demostrado en ningún otro lugar del mundo el uso de algo similar a las
chinampas. Por otro lado, se debe resaltar la importancia que tuvo la pesca
como una de las principales actividades productivas que se desarrollaron en el
México prehispánico. Las crónicas de la época colonial han demostrado que en
los lagos de la Cuenca de México existía una gran variedad de fauna marina en
aquel entonces, la cual fue una fuente importante de alimento. De hecho,
Sahagún señala que existían animales comestibles como “todos los patos del agua
se llaman canauhtli; vienen de las
partes de occidente a esta laguna de México. Éstas y todas las demás que son de
agua, están ya puestas atrás.” Y también destaca que “los peces de esta tierra
son semejantes a los de Castilla (y) llámense michin; son semejantes en la cola, que la tienen hendida u
horcajada, y también en las alillas y en las escamas, y en tener el cuerpo
ancho y el cuello grueso, y en ser ligeros, y en que se deslizan de las manos.”[1] Referente a la cita anterior, no
mencionamos todas las especies de peces que existían en los lagos de México,
según la Historia general de las cosas de
Nueva España; sin embargo, se debe apuntar que por desgracia, la mayoría de
la fauna marina existente en la época prehispánica se ha extinguido, debido al
desagüe del lago durante la época colonial y la contaminación de sus aguas.
Pero no sólo los lagos de la Cuenca de
México fueron una fuente alimenticia para los mexicas, sino además se
realizaron diques, canales y acueductos, con la finalidad de facilitar la
comunicación entre las diferentes poblaciones asentadas en las riberas de
dichos lagos. Se debe enfatizar que las comunicaciones fueron de suma
importancia para los comerciantes (pochtecas)
e influyeron de manera positiva en el desarrollo económico de la Triple Alianza
(excan tlatoloyan). Dentro de las
obras que se construyeron entre 1400 y 1521 hay que destacar la construcción
del acueducto que llevaba agua de Coyoacán hasta Tenochtitlan y la construcción
de diques, debido a la desastrosa inundación que asedió a la ciudad en 1503.
Dichas obras fueron encabezadas por el tlatoani
Ahuízotl, hermano de Axayácatl y Tizoc.[2] Como dato interesante y según las
fuentes históricas que se han revisado, consideramos oportuno destacar que por
desgracia, el acueducto de Coyoacán a Tenochtitlan no fue terminado debido al
accidente que tuvo Ahuízotl en la construcción de dicha obra, que provocó su
muerte en ese mismo año.
Por otro lado, también se construyeron
calzadas que cruzaban el lago en dirección de norte-sur. Hay que resaltar la
obra de Nezahualcóyotl, quien mandó construir una albarrada para dividir el
Lago de México y el Lago de Texcoco en el año de 1449. Él mismo dirigió la
construcción del acueducto de Chapultepec en 1466.[3] Con estos argumentos se pretende
demostrar los avances tecnológicos en cuanto a las obras hidráulicas en la
época prehispánica. Desde nuestro punto de vista, hay que decir que se ha
subestimado el potencial intelectual que tenían los antiguos mexicanos. Sin
embargo, con lo que se ha venido demostrando, nos damos cuenta que no se debe
emitir un juicio de valor, sin revisar las fuentes históricas que se refieren a
los avances en la ciencia que desarrollaron las culturas prehispánicas a través
de la historia.
Historiografía
novohispana sobre el desagüe el Lago de México (1521-1821)
Las fuentes históricas han demostrado la
gran necesidad que tenía el régimen colonial por desaguar el lago de México desde
la conquista de México-Tenochtitlan en 1521; debido a la gran cantidad
migraciones a la Ciudad de México, por ser la cuidad más importante del
virreinato de Nueva España. Dichas migraciones provocaron un crecimiento
desmedido de la población y en consecuencia, también el crecimiento de la ciudad
en muy poco tiempo.
Por lo tanto, se debe resaltar que en
esta época se realizaron nuevas obras de desagüe de los lagos, como la primera
medida para la planificación urbana de la Ciudad México y sus alrededores. Se
debe subrayar que estas obras de desagüe tuvieron varias etapas y no fueron
realizadas de un día para otro como se demostrará en este trabajo.
Así pues, se debe destacar que muchas
obras hidráulicas de la época prehispánica se conservaron, pues fueron medios
de comunicación y fungieron como sistemas de drenaje durante la época colonial.
Fue a principios del siglo XVII, cuando
comenzaron a efectuarse las primeras obras de desagüe en los lagos de la Cuenca
de México, bajo la dirección del virrey don Luis de Velasco en el año de 1607.
Éste encomendó dicha tarea al alemán hispanizado, Enrico Martínez, debido a la
gran inundación que asedió a la Ciudad de México en el mismo año.[4] Este proyecto consistía en desaguar el
lago de Zumpango, con el objetivo de ir desaguando poco a poco el Lago de México.
Recuérdese el gran temor que existía que se inundara la ciudad como ocurrió en
1607, como se explicará posteriormente, según el relato de Enrico Martínez.
En este mismo año comenzaron arquitectos
e ingenieros a realizar esta obra, en la que participaron más de 470, 000
indios. Nunca se había realizado una obra de tal magnitud en aquella época. Conforme
a los relatos de Enrico Martínez, éste destaca que:
Cuando
esta obra se comenzó se encaminó a dos fines : el primero y principal para
quitar de la laguna de México el agua que fuese necesaria para asegurar la
ciudad de la inundación que se teme: el segundo que, si por falta de tiempo de
fuerzas o por algún impedimento que debajo de la tierra se ofreciese, no se
pudiese luego conseguir el referido primer intento, se acomodase la obra de
suerte que por lo menos pudiese desaguar por ella la laguna de Zumpango.[5]
Por desgracia, el proyecto de desagüe de
Enrico Martínez no se llevó cabo con eficiencia y fue criticado por los demás
arquitectos e incluso por el virrey don Luis de Velasco. Desde nuestro punto de
vista, considero que el proyecto de Enrico Martínez fue un buen comienzo en lo
que se refiere al desagüe de los lagos de México. Tan es así, que dos siglos
después, dicha obra fue admirada por Humboldt en su visita a México y destaca
que: “Un paso o camino subterráneo que sirve de canal de desagüe, acabado en
menos de un año, de 6,600 metros de largo, con un claro de diez y medio metros
cuadrados de perfil, es una obra hidráulica tal, que en nuestros días y en
Europa llamaría la atención a los ingenieros.”[6] Este argumento de Humboldt demuestra
los grandes avances que se habían desarrollado en las obras hidráulicas desde
el siglo XVII.
No obstante, continuaron las obras del
desagüe del Lago de México en la época colonial, pues la Ciudad de México debía
ser reedificada después de la inundaciones, las cuales provocaron varios
desastres en la metrópoli. Pese a las obras de desagüe que se efectuaron a
principios del siglo XVII, el nivel del agua de los lagos no disminuyó. De
hecho, en 1629 se inundó la Ciudad de México y en consecuencia, murieron
centenares de personas y además, se vieron colapsadas una gran cantidad de chozas,
jacales y casuchas.[7]
A decir verdad, los virreyes sucesores,
ante estos eventos drásticos que enfrentaba la Ciudad de México se vieron
forzados a contratar ingenieros destacados, quienes podían resolver los
problemas referentes al desagüe de los lagos. Para efectuar este trabajo, se
designó al arquitecto Juan Gómez de Trasmonte, quien además colaboró en la
construcción de la catedral de México y había estado involucrado en anteriores
obras de desagüe. Este prominente arquitecto elaboró un mapa que describía las
características de la Ciudad de México de manera bastante precisa. En su propuesta
alegaba que se debían construir acueductos que abastecieran a la ciudad de
México de agua potable.[8]
Desafortunadamente, Gómez Trasmonte
murió en 1647, por lo que no destacaron las obras de desagüe en México como se
hubiera pensado, ya que los gastos de éstas quedarían en manos del virrey y no
de la Corona, según la real cédula de 1631.
En consecuencia, la historia señala que
existió un periodo de casi ciento cincuenta años, en los cuales no se
construyeron obras tan importantes como la de Enrico Martínez y Gómez
Trasmonte, quienes tuvieron un gran desempeño en los primeros de trabajos de
desagüe en la Ciudad de México durante el siglo XVII. Fue hasta las últimas
cuatro décadas del siglo XVIII cuando se realizaron obras de desagüe en la
Cuenca de México. En este sentido, nos referimos a la construcción de un canal
regulador, que logró nivelar las aguas del Lago de Texcoco. Dicha obra fue
sugerida por José Antonio Alzate en 1769.[9]
Asimismo, la obra incompleta de Enrico
Martínez fue reconsiderada en 1789, por lo que se “amplió la salida de
Nochistongo a tajo abierto y con más profundidad, y posteriormente se
emprendieron otras obras más ambiciosas.”[10] Sin embargo, durante la última mitad
del siglo XVIII los Borbones tuvieron otros propósitos de mayor importancia
como la secularización de la Iglesia, la expulsión de los jesuitas en 1767 y la
sofocación de las rebeliones de insurrección, que comenzaron a partir de las
últimas dos décadas del siglo XVIII hasta 1821.
Referente a este periodo histórico, no
pretendemos negar que entre 1629 y 1769 no hayan existido obras hidráulicas en
los lagos del Valle de México, sólo consideramos mencionar las de mayor
relevancia. La historia demuestra que durante el periodo colonial también se
construyeron diques, puentes y acueductos en los lagos de México como medios de
comunicación entre las distintas poblaciones del Valle de México.
Historiografía
sobre el desagüe del Lago de México en la época del México independiente (1821-1880)
Los intentos por desaguar el Lago de México
durante las primeras décadas del siglo XIX fracasaron indiscutiblemente. La guerra
de independencia afectó las finanzas del país, debido al retiro de capital por
parte de los empresarios extranjeros y los gastos exorbitantes efectuados en
dicha guerra. Por estas razones, los intereses del nuevo gobierno republicano estuvieron
concentrados en otros asuntos y no en el desagüe de los lagos.
Fue hasta 1856 cuando surgió la
preocupación por construir obras hidráulicas y maquinaria innovadora para desaguar
los lagos de la Cuenca de México. Si bien es cierto, gracias a las Leyes de
Reforma promulgadas por el gobierno juarista, el proyecto de Francisco de Garay
fue aprobado en 1857. Dicho proyecto consistía en construir un canal de 50 km
desde San Lázaro hasta el oriente de la Ciudad de México, atravesando los lagos
de Texcoco, Zumpango y San Cristóbal. [11] Por desgracia, dicho proyecto no se
llevó a cabo, y fue hasta las últimas tres décadas del siglo XIX, es decir,
durante el gobierno de Porfirio Díaz cuando finalmente se ejecutó esta obra,
dirigida por Francisco de Garay y Tito Rosas, quien en 1870 llevó a cabo la
construcción de la obra de desagüe conocida como el “Túnel Viejo”.
El
desagüe del Lago de México durante la “pax
porfiriana” (1880-1910)
No cabe duda que la historia ha
demostrado que durante el gobierno de Porfirio Díaz el país experimentó un gran
progreso en la industria, en la economía y en los avances científicos. Vale la
pena destacar lo que opinaba la ciudadanía mexicana del dictador en aquella
época:
Estudiando
atentamente la historia de la República durante los últimos años, se adquiere
el convencimiento de que la reelección del actual Presidente no es obra de los
círculos que lo postulan, ni de sus amigos, ni de sus partidarios: al general
Díaz le reelegían sus hechos que se han fijado sólidamente en la conciencia de
todos los grupos nacionales.[12]
Partiendo de lo que se mencionó en esta
cita, no olvidemos las redes ferrocarrileras construidas en aquel entonces, las
cuales se extendieron por todo el país; la construcción del Paseo de la
Reforma; la construcción del Ángel de la Independencia, la construcción de
escuelas; la creación de nuevas empresas y la prominente industrialización de
México. En lo que se refiere al Lago de México, consideramos pertinente
explicar detalladamente la importancia y las características que tuvieron las
obras de desagüe dirigidas por el general Díaz.
Como se dijo más arriba, el proyecto de
Francisco de Garay fue considerado por Díaz, cuya obra inició desde 1870. Tal
proyecto consistía en construir un canal de más de 47 km desde San Lázaro hasta
el oriente de la ciudad. La construcción de este canal concluyó en el año de
1900.[13]
Además, se construyeron una gran
cantidad de túneles y acueductos, pues se requería una nueva planificación
urbana, debido a las al hundimiento la ciudad. Así pues, los sistemas de
cimentación de los edificios en la Ciudad de México evolucionaron para darles
una mayor estabilidad. Esto lo explicamos señalando que los constructores emplearon
viguetas de acero forradas con cemento en los edificios. Tales obras muestran
el avance tecnológico en las construcciones durante el porfirismo.
Por otra parte, hay que destacar los
sistemas de drenaje que se construyeron durante la primera década del siglo XX.
En 1910 se inauguró un túnel y la prolongación del Gran Canal del Desagüe de
México. Esta obra fue presidida por los secretarios de Relaciones y
Comunicaciones.[14] El gran desempeño que tuvieron las
obras hidráulicas durante el gobierno de Porfirio Díaz fueron fundamentales
para desaguar los lagos del Valle de México, así como también para construir
nuevos drenajes, los cuales fueron fundamentales para la nueva planeación de la
Ciudad de México a principios del siglo XX. Desde nuestra perspectiva,
consideramos que dichas obras hidráulicas realizadas durante el porfiriato
fueron las más destacadas y siguen siendo funcionales en la actualidad; a pesar
de los graves problemas que sufre la Ciudad de México en cuanto a inundaciones
y escases de agua por el crecimiento desmedido de la población. Nos parece
importante decir que existen claro oscuros sobre el gobierno de Porfirio Díaz,
sin embargo, se debe resaltar el gran desarrollo de la infraestructura que se
vivió en México en las últimas tres décadas del siglo XIX y la primera del XX.
Consideraciones
finales:
Este ensayo tuvo como finalidad revisar
gran parte de la historiografía sobre el desagüe de México desde la época
prehispánica hasta la primera década del siglo XX. Consideramos que la historiografía
del desagüe de México es muy extensa, por lo que en este trabajo sólo se
destacaron los puntos más relevantes. Sin embargo, a lo largo del siglo XX
también se efectuaron un gran número de trabajos referentes al desagüe de los
lagos, los cuales sería oportuno considerar en el futuro.
En la actualidad se conserva una parte
del Lago de Xochimilco, el cual tristemente ha sido contaminado por el hombre. Por
lo tanto, se debe crear conciencia ambiental para preservar estos lagos. En
este sentido, también se pretende convocar a la ciudadanía a informarse sobre
la historiografía de los lagos de México, con la finalidad de darle una mayor importancia
a éstos y entender cómo se fue reedificando la Ciudad de México a lo largo de
la historia.

Bibliografía
general:
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[1] Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas
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[3] Margarita Carballal y María Flores Hernández, “Elementos
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Mexicana, México, Edición 68, julio-agosto
2004, p. 29.
[4] Francisco de la Maza, Enrico Martínez y el desagüe del Valle de
México, Enrico Martínez; Cosmógrafo e impresor de Nueva España, UNAM, 1991,
pp. 108-111.
[7] Bernardo García
Martínez, “La gran inundación de 1629”, en: Arqueología Mexicana,
México, Número 68, julio-agosto 2004, p.
53.
[10] Bernardo
García Martínez, “La gran inundación de 1629”, en: Arqueología Mexicana,
México, Número 68, julio-agosto 2004, p.
57.
[11] Carlos
Chanfón Olmos y Ramón Vargas Salguero [coords.], Historia de la arquitectura y el urbanismo mexicanos, México,
UNAM/FCE, 1998, p. 116.
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