Virgen de Guadalupe en la Basílica de Guadalupe, Ciudad de México |
Por este motivo, es importante subrayar que a pesar de esta
concepción de dualidad, los mexicas tenían la creencia de que los difuntos
irían a cierto paraíso dependiendo de la forma en la que morían, es decir,
dentro de la cosmovisión y la religión prehispánica no existía el concepto de
bueno o malo. Partiendo de esta lógica, esta idea contradice al dogma cristiano
en el cual se establece que dependiendo del comportamiento del hombre en la
tierra, al morir el alma del difunto irá al paraíso o al infierno. Estos
conceptos señalados anteriormente nos darán una mayor comprensión a nuestro
tema de investigación.
Para los mexicas, las deidades femeninas como Coatlicue,
Ciihuacóatl, Chicomecóatl, Tonantzin, Teteoinan, Mictlancacíhuatl y Toci
representaban la fertilidad, la tierra y el inframundo. Es por ello, que a
pesar de las diferencias existentes en las distintas culturas en el mundo, la
analogía de la feminidad se ha venido representado como símbolo de fertilidad.
Esta importancia de las deidades femeninas está
representada en códices prehispánicos como símbolo de abundancia.
La Tonantzin o nuestra madre es quien le dará vida al
hombre para que éste se convierta en un guerrero ocelótl o cuauhtli.
Entiéndase, que para los mexicas el hombre nace en la tierra y su madre será su
protectora y guía durante su vida. Es por ello, que las madres que perdían la
vida durante el parto se iban al Cihuatlampa (paraíso de las mujeres), el cual
se ubicaba en el Occidente de la tierra.[2]
Dichas mujeres que morían durante el parto se convertían en cihuateteo.[3]
Según la cosmovisión mexica, esta
importancia del sexo femenino se entiende como un todo para que el universo
marche armónicamente. En este sentido, analicemos el monolito de la diosa Coatlicue
(falda de serpientes), el cual se encuentra en el Museo de Antropología en la
Ciudad de México. La falda de la diosa nos confirma que se trataba de una
deidad femenina y las serpientes en la parte inferior simbolizaban muy
probablemente la fertilidad.
Haciendo un breve paréntesis en lo
señalado anteriormente, es importante recordar que para las culturas
prehispánicas, sobre todo en el Posclásico (900-1521d.C.), la serpiente
representaba un símbolo de poder político, pero también de fertilidad y no tiene
nada que ver con las argumentaciones falsas y carentes de sustento del mundo
occidental. No olvidemos que una de las advocaciones de Quetzalcóatl
representaba la abundancia y la fertilidad del campo. Algunos autores
escritores cristianos han señalado de forma aberrante que Quetzalcóatl
(Serpiente Emplumada) fue una representación del demonio por tentar a Adán y
Eva. No existen evidencias arqueológicas que señalen un contacto importante entre los pueblos mesoamericanos con el Viejo Mundo, sino hasta la colonización
europea llevada a cabo en el siglo XVI de nuestra era. Por lo tanto, es
imposible que hayan existido grupos provenientes del Viejo Mundo anteriores a
la conquista para predicar y dar a conocer el dogma cristiano en Mesaoamérica.
Por otro lado, según la mitología mexica, la Coatlicue fue
la madre del gran Huitzilopochtli, éste último fue la deidad de la guerra y del
sol, además de ser la deidad más importante del panteón de las deidades
mexicas, por haberlos guiado en su peregrinación mítica de Aztlán a México
-Tenochtitlan.
A continuación, considero relevante
dar a conocer la siguiente leyenda para comprender la importancia que tenía el
sexo femenino dentro de la sociedad mexica.
Según la leyenda mexica, la madre de
los Cuatrocientos Surianos Centzonhuitznahua y de la Coyolxauhqui quedó
encinta de Hutizilolpochtli, quien sería la deidad suprema de los mexicas.
Cuando la Coyolxauhqui y sus hermanos vieron que su madre engendraría al
próximo Huitzilopochtl decidieron asesinar a su madre. Sin embargo, al nacer
Hutzilopochtli, éste peleó para defender a su madre, destazó a su hermana
Coyolxauhqui, y convirtió a los Cuatrocientos Surianos en estrellas.[4]
Hutzilopochtli fue hijo de Coatlicue, deidad de la guerra y del sol de mediodía.
Además de Coatlicue, existieron otras deidades femeninas
como Chicomecóatl (Siete Serpiente) y Xilonen, las cuales eran deidades del
maíz. Partiendo de este argumento, se debe hacer hincapié, que el cultivo del
maíz era la base de economía y sustento de los mexicas, como se señaló
anteriormente. Por ello, se celebraban fiestas cada mes para que el alimento no escaseara.
Referente a lo dicho anteriormente,
cabe señalar que se hacía la fiesta de Uey Tecuílhuitl dedicada a la
diosa del maíz Xilonen, la cual se llevaba a cabo en el octavo mes del año
agrícola. En aquella fiesta se sacrificaba a una mujer en honor a esta diosa y
además se le daba de comer a todos los pobres, hombres y mujeres.[5]
Este tipo de ceremonias o fiestas que se hacían durante un mes eran esenciales
para preservar el orden cósmico. También considero importante señalar a la
diosa madre Cihuacóatl (mujer serpiente), que era la deidad fundamental de la
fertilidad.
El valor que se le dio a Cihuacóatl fue difundido por los
mexicas no sólo en cuanto a la religión, sino también en la política. Referente
al sistema político de los mexicas, el tlatoani se apoyaba en un
consejero conocido también como cihuacóatl. En este sentido, no
olvidemos a Tlacaélel, hermano y gran cihuacóatl de Moctezuma
Ilhucamina.
Asimismo, la figura del cihuacóatl se identificaba
con la mujer, cuyos consejos le servían al hombre para tomar ciertas decisiones
en la vida cotidiana.
Así pues, el concepto de Tonantzin se deberá comprender no
sólo como Nuestra Madre, sino también como consejera, la cual podía influir
dentro los miembros del pipiltín para tomar decisiones de gran
importancia en cuestiones políticas, religiosas y sociales.
Sin embargo, se debe
señalar que las mujeres nunca tuvieron cargos políticos importantes por encima
del tlatoani.
En esta investigación histórica se han señalado las
características del concepto Tonantzin, así como también, el rol que jugó la
mujer dentro de la sociedad mexica.
También se dará a conocer la concepción de Tonantzin en el
México prehispánico y después la
Conquista de México. Si bien es cierto, en el tiempo de conquista los primeros
frailes evangelizadores en llegar a México fueron los franciscanos en 1524.
Estos frailes tenían como tarea primordial evangelizar y convertir a los
indígenas al cristianismo.
En este sentido, las fuentes históricas primarias de esta
época han señalado que los frailes franciscanos fueron los más interesados en
conocer la historia y antropología de los naturales del Nuevo Mundo. Por lo
dicho anteriormente, recuérdese a Fray Bernardino de Sahagún, quien mediante
sus informantes indígenas, conoció la historia de los mexicas y otras culturas
prehispánicas.
En un principio Sahagún estaba impresionado del paganismo
que existía en el estado mexica. Posteriormente, se interesó por conocer los
hechos históricos y antropológicos de esta civilización. Además redactó su gran
obra Historia general de las cosas de Nueva España conformada por doce
libros, en la cual se narra, entre otras cosas, la adoración de los indígenas a
Tonantzin.
Para facilitar la evangelización cristiana a los indígenas,
se tomó como paradigma a Tonantzin, la cual posteriormente representaría a la Virgen
de Guadalupe y también a Tloque Nahuaque, quien representaba a Jesucristo.[6]
En este sentido, los frailes lograron evangelizar a los indígenas de manera
pragmática. Recordemos que para los mexicas, la madre era el pilar fundamental
para el desarrollo y sustento de la familia y de la sociedad.
Sin embargo, a pesar de la preocupación de los frailes por
evangelizar a los indígenas, predominó el sincretismo. Esta situación provocó
que los frailes adoptaran costumbres y tradiciones religiosas prehispánicas,
las cuales se debieron incluir en el dogma cristiano.
Se debe señalar que la conquista espiritual fue un factor
primordial para subordinar y controlar a los indígenas. A través de los años, la
Tonantzin se convirtió en la famosa Virgen de Guadalupe, venerada no sólo en
México, sino también en América Latina. Existen muchas controversias referentes
a los hechos históricos que no se han dado a conocer referente a la Tonantzin,
la Virgen de Guadalupe, "Patrona de los mexicanos".
Según las crónicas de la Iglesia novohispana, la supuesta
aparición de la Virgen de Guadalupe al indio Juan Diego fue en 1531 en el cerro
del Tepeyac, quien tuvo que informar lo
sucedido al arzobispo Juan de Zumárraga. Respecto a la supuesta aparición de
Guadalupe, vale la pena hacer una crítica por la falta de evidencias
arqueológicas que lo demuestren; es decir, no existen testimonios fidedignos
que sustenten este encuentro entre Juan Diego y la Virgen de Guadalupe. Es más,
no existen fuentes históricas oficiales que demuestren la existencia del famoso
indio Juan Diego. Estas falsas imágenes y mitos fueron invenciones de la
Iglesia para poder lograr su principal objetivo: la conquista espiritual. Sabemos
que la historia de manera asertiva nos ha señalado que es hasta 1550 cuando se
dan las primeras noticias concretas sobre la devoción a Guadalupe, sustituyendo
a la Virgen María. Referente a lo que se dijo, vale la pena preguntarnos lo
siguiente: ¿Qué pasó durante esos veinte años después de la supuesta aparición
de Tonantzin Guadalupe?
La respuesta a esta interrogante se refiere a que el clero
utilizó este tipo de estrategias hasta el cansancio, para convertir a los
naturales al cristianismo, creando de alguna manera imágenes divinas semejantes
a la fisonomía indígena, con la premisa lograr una evangelización convincente.
Tal y como se mencionó anteriormente, después de veinte
años de la supuesta aparición de la virgen de Guadalupe en el cerro del
Tepeyac, es en 1550 cuando el segundo arzobispo de México Alonso de Montufar le
dio finalmente legitimación a la devoción de la Virgen María en su advocación
de Guadalupe, para que su culto se difundiera entre criollos, peninsulares e
indígenas en el Concilio de Trento. Se debe tener muy claro que el culto a
Guadalupe fue una justificación de identidad y pertenencia criolla a la
sociedad novohispana.[7]
Lo que se pretende argumentar es que el culto a la Virgen
de Guadalupe no fue difundido desde la fecha de su supuesta aparición al
indígena Juan Diego, sino hasta después de dos décadas. También es importante
destacar que en 1517 Martín Lutero y Juan Calvino crearon la Reforma, por lo
que la iglesia católica perdió gran parte de su influencia en el Viejo Mundo.
La doctrina protestante establece que sólo se debe adorar a un sólo a Dios y a su
hijo Jesucristo, pues negaba la virginidad de María antes y después del parto
de Jesucristo. También las imágenes de dioses y santos fueron criticadas por la
Reforma protestante. Referente a las críticas eclesiásticas de la Reforma
protestante al cristianismo, creo conveniente señalar y criticar las
contradicciones de la Iglesia católica, la cual prohibía la idolatría, el
paganismo y el politeísmo de los antiguos mexicanos. Es aberrante y absurdo que
se les prohibiera a los indígenas la adoración a sus deidades prehispánicas,
pues paradójicamente, el catolicismo también difunde la idolatría a una gran
cantidad de imágenes de santos y vírgenes. Es a partir del siglo XIX hasta
nuestros días, cuando el culto a Guadalupe fue reconocido por todos los
mexicanos, pero siempre haciendo referencia a "Nuestra Madre" desde
tiempos prehispánicos. Es por ello, que es importante recordar el estandarte de
la virgen de Guadalupe del Insurgente Miguel Hidalgo y Costilla, el cual
simbolizaba una identidad de origen indígena. La devoción y tradición de culto
a Tonantzin Guadalupe, como "madre de los mexicanos", sigue vigente
en la actualidad en todo el país.
Para concluir, me gustaría señalar que en esta
investigación se pretende dar a conocer un análisis histórico de la concepción
de Tonantzin desde tiempos prehispánicos hasta nuestros días. El interés de
este tema en particular es para intentar comprender la cosmovisión y religión
de la civilización mexica, y cómo aquellas tradiciones religiosas prehispánicas
han trascendido históricamente hasta nuestros días. Es menester dar a conocer
estos hechos históricos relevantes, ya que muchos han permanecido ocultos por
intereses particulares de las instituciones políticas y eclesiásticas, para
evitar que las sociedades conozcan su verdadera identidad e historia.
Fuentes
consultadas
1.)
León-Portilla, Miguel, Obras de Miguel León-Portilla. En torno a la historia
de Mesoamérica, tomo II, México, UNAM, 2004, 539 pp.
2.)
Mayer, Alicia, "El culto a Guadalupe y el proyecto tridentino en la Nueva
España", en: Estudios de Historia Novohispana, núm. 26, México,
Instituto de Investigaciones Históricas UNAM, enero-junio 2002, pp. 18-29
3.)
Ricard, Robert, La conquista
espiritual de México, México, FCE, 2010, 491 pp.
4.)
Sahagún, Bernardino de, Fray, Historia general de las cosas de Nueva España,
México, Porrúa, 2006, 1061 pp.
5.)
Soustelle, Jacques, La vida cotidiana de los aztecas en vísperas de la conquista,
México, FCE, 2011, 283 pp., ils. y fotos
[1] Miguel León-Portilla, Obras de Miguel León-Portilla. En torno a la historia de
Mesoamérica,
tomo II, México,
UNAM, 2004, pp. 299-303
[2] Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de
Nueva España,
México, Porrúa, 2006, pp. 303-305
[3] Jacques Soustelle, La
vida cotidiana de los aztecas en vísperas de la conquista, México, FCE, 2011, p.113
[4] op. cit., Sahagún, pp.185-187
[5] Ibid., p. 81
[6] Robert Ricard, La
conquista espiritual de México, México,
FCE, 2010, p.300
[7] Alicia Mayer,
"El culto a Guadalupe y el proyecto tridentino en la Nueva España", en: Estudios de Historia
Novohispana, núm.
26, México,
Instituto de Investigaciones Históricas UNAM, enero-junio 2002, pp. 18-29
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